Mi lista (#regalalibros)

(La imagen es de aquí)

 

Odio el odio y odio las obligaciones. El catálogo de juguetes (por edades, y, sí, todavía, por sexos). Los Christmas. El decirle feliz navidad a gente a la que quieres (sólo) lejos. Las cenas de empresa. Las palmadas en los hombros. Los abrazos falsos. Las peladillas. Los villancicos. Todos los villancicos. Y, sí, también, esas listas de las revistas: regalos para ella (joyas, muebles, abrigos de piel); regalos para él (relojes, botas de esquí, plumíferos de millonario bobochic).

 

Aún así, por mis odios, o a pesar de ellos, voy a hacer una lista que sí me parece importante (en Navidad, en abril, en junio y hasta el 29 de febrero). Éstos son los libros que me han gustado este año: unisex y sin fecha de caducidad, y, por esas cosas de la industria cultural, reportan algo de beneficios al tipo (o tipa) talentoso que los escribió.

 

Van:

 

-       “Los surcos del azar”, Paco Roca. Astiberri. No sé si es cómic, tebeo o novela gráfica. Sólo sé que es una maravilla.

-       “El regreso de Titmuss”, John Mortimer. Libros del Asteroide. Pues… que qué bueno es el sentido del humor, la verdad. Ojo, que tiene antecedente: “Un paraíso inalcanzable” (en la misma editorial).

-       “Roth Unbound. A writer and his books”. Claudia Roth Pierpoint. Jonathan Cape. Perdón por la nota erudita: nada menos que una biografía en inglés de un escritor al que nunca (ya he perdido la esperanza) darán el premio Nobel. Por bestia en todos los sentidos. Bestial es su biografía y la forma de bucear en su trabajo.

-       “Canciones de amor y de lluvia”, Sergi Pámies. Anagrama. Pàmies es una debilidad que me enorgullece (no dejéis de leerlo los sábados en La Vanguardia: escribe, maravillosamente, sobre series). Sus relatos son necesarios.

-       “Aquí”, Wislawa Szymborska. Bartleby editores. Vale, sí, poesía. Porque lo valen estas líneas:

 

“Aquí se fabrican sillas y tristezas,
tijeras, violins, ternura, transistores,
diques, bromas, tazas.
(…)
La ignorancia tiene aquí mucho trabajo,
todo el tiempo cuenta, compara, mide,
saca de ello conclusiones y raíces cuadradas.”

 

-       “La impaciencia del corazón”, Stefan Zweig. Acantilado. Si sumas a Zweig, así, en general, y a Wes Anderson (que jura haberse inspirado en esta novela para rodar “Hotel Budapest”) el resultado es… imprescindible.

-       “Bark”, Lorrie Moore. Un libro que mola, así, sin más, y que no he encontrado traducido.

-       “Jacob’s Folly”, Rebecca Miller. Un libro con piel, y con alma, que me hizo muy feliz leer.

-        “Lejos de Ghana”, Taiye Selasi. Salamandra. Una lección de empatía.

-       “Una soledad demasiado ruidosa”, Bohumil Hrabal. Galaxia Gutemberg. Un libro difícil y valioso.

-    “Novela familiar”, John Lanchester. Anagrama. Un libro espectacular, absolutamente maravilloso. Escrito con ternura y compasión y, a la vez, con muchísimo rigor. Y, claro, ya de paso hay que leer “El puerto de los aromas” y “Capital”.

-       “The everything store”, Brad Stone. Little Brown. Para los clientes de Amazon, para las empresas que quieren tener clientes.

-       “Nobles y rebeldes”, Jessica Mitford. Libros del asteroide. Una delicia muy british, de humor y ternura. No conozco a nadie que no se haya enamorado de Jessica Mitford.

-       “Lo que Maisie sabía”, Henry James. En el siglo XIX nos dijo ya Henry James hasta qué punto íbamos a degradarnos al separarnos, con hijos.

-       “Los hijos”, Gay Talese. Alfaguara. Talese es dios (ahora, hay que disfrutar de la Historia, así, en mayúsculas).

-       “Hombres fuera de serie”, Brett Martin. Ariel. Lo mejor que he leído para entender la televisión hecha con talento (que la que se hace sin la entendemos todos).

-       “The rise and fall of great powers”, Tom Rachman. Este tipo escribió “Los imperfeccionistas” y retrató a todos los periódicos del mundo. Esta novela es una fábula, pero no quieres que acabe.

-       “Nos vemos allá arriba”, Pierre LAmaitre. Salamandra. Desde que leí “HHhH” devoro ficción sobre la guerra. Ésta merece mucho, pero mucho, la pena.

-       “Teatro 1989-2014”, Juan Mayorga. Ediciones La Uña Rota. Algunas obras son difíciles; otras sn exigentes y… perfectas.

-       “El devorador de calabazas”, Penelope Mortimer. Impedimenta.  Una maravilla de mujer, de novedad, de estilo.

-       “La última palabra”, Hanif Kureishi. Anagrama. Maravillosamente escrito, con humor y compasión, y, a la vez sin piedad.

-       “Felices los felices”, Yasmina Reza. Anagrama. Las parejas de Yasmina podrían ser las nuestras. Es perfecto. Y cruel.

-       “The children act”, Ian McEwan. Doubleday. Porque siempre hay que leer a McEwan.

-       “El silencio de las sirenas”, Adelaida García Morales. Anagrama. Doloroso.

-       “Te odio como nunca quise a nadie”, Luis Ramiro. Noviembre. Para empezar a leer poesía o para empezar a desquerer.

-       “El comité de la noche”, Belén Gopegui. Literatura Random House. Una maravilla de lenguaje.

-       “La dama de provincias prospera”, E.M. Delafield. Libros del Asteroide. Tremendamente divertido.

-       “El padre”, “La madre” y cualquier cosa que escriba Edward St. Aubyn en Literatura Random House. Porque lo hace con ironía y crudeza, y es como un ‘Retorno a Brideshead’ contemporáneo.

-       “El libro verde”, El Roto. Blackie Books. Porque es necesario.

 

 

P.D.: para repasar las listas de 2013, 2012 y 2011, pinchad en cada año. Que no caducan los libros.