A veces los problemas son
como las broncas en los bares:
los resuelves si das el golpe
más rápido,
más fuerte,
más abajo.
A veces los problemas son
como las partidas de ajedrez:
los resuelves si piensas despacio,
y bien,
todas las opciones
(las tuyas, las suyas, las de nadie).
A veces los problemas son
pequeñitos e insistentes:
como esos mosquitos que se pasan toda,
toda,
la noche revoloteando cerca de tu oído
(o dentro de tu cabeza).
A veces los problemas son,
sólo,
las ganas de gritar,
y de salir a correr,
y de volver cuando ya no tengas fuerzas
para tener un problema.
A veces, los problemas son,
sólo,
gente que no tiene solución.